Ruido naranja
Ruido naranja explota entre nuestras manos con la fuerza de un meteorito anunciado por entregas en el horóscopo del periódico matinal, impregna nuestros dedos con el inconfundible aroma de la niñez cada vez que pasamos una de sus páginas y nos invita a buscar el reloj de Cronos en la resaca universal del Séptimo Día. Lo mundano y lo divino se acurrucan juntos en este libro que nos arropa, nos acuna y, a veces, nos reprende.
He visto crecer a Vicente Fernández Almazán como autor de microrrelatos desde los primeros textos con una velocidad pasmosa, haciendo lo que todo buen escritor tiene que hacer: llevar la contraria al canon impuesto para encontrar su propia voz, una voz particular que venía ya de fábrica y que sólo había que pulirla. Vicente rompe las reglas del género y abre nuevos caminos, encuentra nuevas formas, más interesantes, más arriesgadas. En una palabra, brilla.
Ginés Cutillas